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jueves, 24 de abril de 2014

· LA MÁS DULCE DE LAS NECESIDADES ·

#23Abril, día del libro. Fecha que coincide con el fallecimiento de Miguel de Cervantes, William Shakespeare, e Inca Garcilaso de la Vega.

Desde el "CEEEP Princesa Sofía", los días 23, 24 y 25, queremos contribuir con este día mediante la lectura y visionado de dos cuentos en la biblioteca del centro dónde trabajaremos los valores de la coeducación, y el respeto entre otros.

Y desde mi lado más personal, colaboro con este día con esta pequeña contribución, aportando este pequeño relato que es "mi cuento", extraído del libro: "Sopa de pollo para el alma" de Jack Canfield y Mark Victor Hansen. Un libro que reúne múltiples relatos de diversos autores, dónde la anécdota pasa a convertirse en amplias reflexiones que podemos llevar a nuestro día a día, tal y como estamos queriendo hacer con nuestro peques, en el cole estos días. Espero que os guste, un abrazo y recordad, ¡¡regalad sonrisas, libros y alegría en estos días¡¡¡¡¡




 · LA MÁS DULCE DE LAS NECESIDADES ·

"Por lo menos una vez al día nuestro viejo gato negro se acerca a alguno de nosotros de una manera que todos hemos llegado a reconocer como especial. No significa que quiera que le den de comer ni que lo dejen salir, ni nada por el estilo. Lo que necesita es algo muy diferente.

Si tiene un regazo a mano, se sube a él de un salto; si no, lo más probable es que se quede ahí, con aire nostálgico, hasta que vea uno preparado. Una vez acomodado en él, empieza a ronronear antes incluso de que uno le acaricie el lomo, le rasque bajo el mentón y le diga una y otra vez que es un gato estupendo. Después, con su “motor” acelerado al máximo, se acomoda hasta encontrar la posición que le gusta y se instala. De vez en cuando, su ronroneo se descontrola y se convierte en ronquido; entonces te mira con los ojos abiertos de adoración y te dedica ese prolongado ir cerrando los ojos que es la muestra final de la confianza de un gato.

Al cabo de un rato, poquito a poco, se va quedando quieto. Si siente que todo va bien, puede ser que se quede en el regazo para echarse una cómoda siestecita. Pero es igualmente probable que vuelva a bajar de un salto y vaya a atender sus cosas. Sea como fuere, la razón la tiene él.
-Blackie quiere que lo “ronroneen”- dice simplemente nuestra hija.
En casa no es el único que tiene esa necesidad: yo la comparto y mi mujer también. Sabemos que no es una necesidad exclusiva de ningún grupo de edad, pero aún así, como yo no sólo soy padre, sino además profesor, la asocio especialmente con los chicos, con su necesidad rápida e impulsiva de un abrazo, de un regazo acogedor, de una mano amiga, de una manta cálida, no porque nada les falte, no porque sea necesario, sino simplemente porque ellos son así.

Hay un montón de cosas que me gustaría hacer por todos los niños y, si sólo pudiera hacer una, sería ésta: asegurar a cada niño que, esté donde esté, tendrá por lo menos un buen ronroneo cada día.
Porque los niños, como los gatos, necesitan su tiempo de ronroneo. #FIN"


Fred T. Wilhelms

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